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Inventando.

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¿Cool o woke?

  • Foto del escritor: Maki
    Maki
  • 29 ago 2020
  • 3 Min. de lectura

Cada generación es cool a su manera.

La de mis padres era 2 martinis antes del almuerzo, la mía era hippy, fumar cigarrillos -o cannabis- tener pelo largo en la cabeza y directamente no afeitarse bajo del brazo. Luego fue cool el heavy-metal-punk, los piercings y los tatuajes -un día de golpe se pusieron los 70 de moda y nació el estilo retro.

Los íconos fueron, en orden descendiente, Gary Grant, James Dean, Yoko Ono, The Sex Pistols, Madonna y Björk.


Todos sabemos si en algún momento fuimos cool ¿pero sabemos si somos woke?

Woke define a alguien sensible a los temas de actualidad como la discriminación racial, de género o de habilidades; estaría bueno que se haga algo al respecto también, pero woke es más lifestyle que activismo. La palabra mágica es inclusión -si Ud. amable lector no es inclusivo entonces mejor muerto.


La cultura woke es el nuevo cool.

La idea es ser conscientes (despiertos= awake=woke) y eliminar cualquier diferencia venga donde venga, lo que nos lleva derecho al disparate. Hace poco Gran Bretaña votó prohibir las faldas en los colegios, y todes (más sobre esto luego) deben llevar ¡ojo! no cualquier pantalón sino uno recto -no marrón, pero tampoco “no marrón-marrón”, hablar del color marrón es discriminatorio- que no marque curvas ni atributos ni género.


En este mundo post kale -la verdura woke por excelencia- ciertas expresiones están desaconsejadas: por ejemplo verde de envidia ofende a los ecólogos. Una firma propuso pantalones que no tengan bolsillos porque no todes tenemos manos.


Esto es un invento de USA y más precisamente, como no, California que nos dio el Zen Budismo, New Age, los Beach Boys y California Dreamin’.Wokeland rima con Disneyland.




En Latinoamérica también se usa woke como arma política. En Argentina (Wokeland del Sur) se oficializó todes para meter en el mismo saco mujeres y hombres porque señalar género es discriminar ¿vió? Yo lo que veo es un esperpento lingüístico que suena horrible y no me cambia la vida; alguien sacará votos de esto (todes sabemos quién).


La semana pasada allí se celebró el Día del Niño. Una amiga me instó que festeje “al niño que tienes en ti”, le contesté que mi niño es un adolescente y está insoportable. Cuando hace años empezaron con el Día de la Madre pensé “se viene el desmadre”. Razón tenía. Siguió el del Padre, la Secretaria, el Trabajador, el Amigo, el Abogado (ayy!) la Mascota (sí, existe) y el Maestro. No sé porque no hay día del Gasfitero. Tan difícil como dar clase a niños de 8 años es meter la mano al wáter para desatorarlo; un oficio estratégico donde si no te arreglan el desagüe, la casa huele a m….da. Primero honrar al plomero y si el chico no aprende mucho paciencia, que la vida se encarga.

Woke tiene sus íconos. Icono number guan es la princesa woke Meghan que como viene de California es muy sensiblera y toquetona. En su corto paso por la Familia Real se pasó abrazando a sus parientes reales cosa que los puso tiesos de los nervios porque sabido es que Royals detestan que los apapachen.

La segunda es Gwyneth Paltrow quién luego de ganar un Oscar optó por ganar una fortuna con Goop, su empresa de Wellness -piedra angular de la filosofía woke. Ya algo veterana para Hollywood decidió convertirse en el gurú de los americanos famosos y crédulos y les vende humo tipo “Alimenta tu Aspecto Interno”, “Administra tus pensamientos”, “Destierra alimentos blancos”. GP, como prefiere que la llamen, propone cruceros millonarios que incluyen “sesiones transformativas de la mente, el cuerpo y el alma”. Nada menos.


Este año lanzó una nueva vela de ambiente con el lúdico nombre “Esto huele como mi vagina”. Está agotada. Igual no la compraría porque no sé si se supone que huela a Gwyneth o a mí que seguro olemos distinto. (¿Cómo a vainilla y chocolate? No. Suena racista). O que los invitados no entiendan que es ese olor y se pregunten qué pasa en la cocina.

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