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Inventando.

Un espacio para contar historias

Creer o reventar

  • Foto del escritor: Maki
    Maki
  • 1 nov 2020
  • 3 Min. de lectura

¿Cuál es la piedra en el zapato de los Republicanos?

No es Joe Biden a quién ya tildaron de viejo, ausente y desubicado o sea descartable en el corto plazo.

No.


La piedra en el zapato es Kamala Harris.

Dentro de ese contexto vayamos al pasado a hacer un poco de historia.



Los EE UU dieron dos saltos cuánticos en el siglo XX, que contribuyeron al poderío que aún conservan hoy -a pesar de tener al dragón chino soplándoles en la nuca.

Hubo dos presidentes demócratas que les torcieron el brazo a los legisladores republicanos y los obligaron –tapándose la nariz- a reformular el contrato social.


El New Deal de 1934 (El Nuevo Trato) que permitió a los EE UU levantarse y crecer a niveles donde llegó tener más del 30% de la producción mundial, y The Civil Rights Act de 1964 (La Ley de Derechos Civiles) que les evitó una segunda Guerra Civil.


Roosevelt (FDR) patricio y millonario fue el artífice del New Deal que sacó a los americanos de la Gran Depresión después del crash del ´29. Los banqueros de Wall Street y los barones de la industria ¿querían un trato que incluyera intervención en los mercados financieros, pensiones, garantías para los depósitos, salud pública, derechos sindicales, inversión pública y sana competencia?

No pues, ni muertos.

La visión de FDR no solo les salvó la economía sino que los hizo mucho más ricos, incluyendo esos mismos del GOP* que se oponían con todo.



Eso es lo que hace la diferencia entre un empresario y un político y lo que está faltando dramáticamente en los EE UU y en Latinoamérica donde cada empresario que se sube al carro lo hace peor que su antecesor, porque solo maneja el carro y no ve la carretera.


El Lyndon Baines Johnson fue el presidente demócrata que después de una larga lucha con los republicanos en el Congreso los ganó por cansancio y los hizo firmar la Ley de Derechos Civiles que consolidó de una vez por todas la igualdad entre negros y blancos.


LBJ, tejano y bocón, no solo les torció el brazo sino que los amenazó, los arrinconó, usó todos los trucos legales–y de seguro que algunos apenas legales- y no pocas palabrotas para hacer no solo ley sino justicia.


Ya era tiempo.



El asunto se les quedó atravesado en la garganta a los republicanos, quienes no veían que LBJ ni era la Madre Teresa ni quizás le importaban tanto los negros como que sabía que si no pasaba la ley el Sur entraba en guerra y ardía la pradera.


La Ley de Derechos Civiles no solo previno una hecatombe sino que le dio movilidad social a millones de personas excluidas hasta entonces incorporándolas a la economía y creando un nuevo motor para el país. LBJ hizo justicia y de paso hizo a todos más ricos, incluyendo los que aun hoy añoran la vida antebellum en la Confederación – gran parte la base de Trump.


Paciencia.


Así llegamos al 3 de Noviembre donde los trumpistas han hecho todo lo posible por pintar a Kamala como una comunista que viene “a socializar el país” –bien sea porque le dan poca vida a Biden o en el mejor de los casos un solo mandato.

Una vez más no ven la carretera.


El modelo republicano, por llamarlo algo, no da para más. Impermeable a lo que lo rodea, encerrado en su burbuja, no toma en cuenta los cambios irreversibles que han traído la inmigración, la tecnología, la generación siglo XXI que vive en las redes, los movimientos #LGBT, #Me Too y #BLM. No ven que llegado el momento Kamala -mujer, inmigrante, profesional, política y bi racial- puede ser justo lo que se necesita. Aferrados a no perder terreno aunque para eso tengan que sacar los stormtroppers a la calle, se olvidan que para conservar hay que cambiar como en el pasado hicieron FDR y LBJ.

Ellos lideraron los cambios asegurando la continuidad del predominio americano.


Hoy el mundo rico, y el menos rico, crece y crea riqueza pero también permite que aumente la desigualdad a niveles peligrosos para nuestro equilibrio económico y social. En “The Unraveling of America” (Revista Rolling Stone, Mayo 2020) Wade Davis sostiene que “las 3 personas más ricas de los EE UU tienen la misma cantidad de dinero que los 160 millones más pobres”. En USA. (Pausa para pensar).


Esto no resiste ningún argumento y tiene que cambiar.


No es el momento de levantar fantasmas sino de identificar las oportunidades; de optar por creer en vez de reventar


*G.O.P. Grand Old Party, el partido republicano.

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