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Inventando.

Un espacio para contar historias

El último reality

  • Foto del escritor: Maki
    Maki
  • 10 ene 2021
  • 4 Min. de lectura

Cuando parecía que la semana venía lenta –y uno pensando sobre qué iba a escribir- nos cayó el techo de la casa encima. Literalmente.


El golpe más grave a la democracia en lo que va de mi existencia.


No escribiré sobre lo que hizo Trump ni sobre las consecuencias que tendrán sus actos en los próximos días, muchos ya lo están haciendo. Ni mucho menos sobre los próximos días –que pueden ser lo más peligrosos hasta ahora- porque Trump acorralado es capaz de cualquier cosa. Desde llamar a la guerra civil, desatar una guerra convencional, hasta detonar un misil nuclear.

Esperemos que no.



Lo más grave de esta hecatombe, es que más allá de la vida política de Trump los mitos y las mentiras que alimentaron su mandato lo sobrevivan.

Si queremos que haya unidad y se cierren las heridas primero aclaremos algunos puntos.


Mito: los maleantes que asaltaron el Capitolio era gente de la izquierda –de Antifa y BLM-“disfrazados de trumpistas ¡ya verán!”


Hecho: Los antisociales que invadieron el Capitolio –intoxicados de poder- se tomaron selfies y han sido identificados como conocidos dirigentes de la extrema derecha, Q’anon y Proud Boys. El FBI ya detuvo a varios. Ninguno de izquierda. Tampoco ningún negro.


Mito: este ataque es mucho menos grave que los disturbios ocasionados por BLM (Black Lives Matter, el movimiento negro que causó grandes desmanes el verano pasado) porque entre otras cosas en aquella ocasión hubo destrozos en “150+ edificios federales” y en esta ocasión “solo en 1”.


Hecho: si consideramos al Capitolio como una simple construcción de ladrillo y cemento vamos muertos. El Capitolio es el centro y el corazón de la democracia, una forma de vida que los americanos han defendido muchas veces a costa de las propias. Una que sirve de faro a otros países, el mío, a otras personas, a mí, que aspiramos a zanjar nuestras diferencias dentro del diálogo y la civilidad.

Además en este caso el llamado a la subversión lo hizo el propio presidente americano.


Coda: la actitud benévola de la mayoría de la policía da que pensar. Por mucho menos cualquier cop americano te muele a palos o te tira esposado al piso. Eso sí eres blanco. Si eres negro ni la cuentas.



Izquierda: policía con manifestantes en BLM Derecha: policía en el Capitolio


Mito: el presidente llamó de inmediato a la Guardia Nacional para proteger el Capitolio.


Hecho: el Capitolio estuvo totalmente desprotegido durante horas, lo que permitió a los vándalos romper y robar a sus anchas. Para cuando llegó la caballería ya estaban lejos.



Coda: el Presidente nunca llamó a preguntar por la seguridad de los representantes, llamó a pedir que demoren la certificación de los votos electorales.


Mito: la elección fue robada. “Mi triunfo (sic) fue arrollador”(Trump). Los medios-basura se encargaron de venderle mentiras a la gente y hacerles creer que Biden había ganado.


Hecho: Biden sacó 7 millones más de votos que Trump. El equipo legal de Trump liderado por Rudy Giuiliani entabló alrededor de 90 demandas judiciales pidiendo a los tribunales que declaren nulos los resultados tabulados y perdió todas. Los jueces en su gran mayoría republicanos nombrados por Trump, las desestimaron por carecer enteramente de pruebas. Dos apelaciones antes la Corte Suprema, donde existe una amplia mayoría republicana también fueron rechazadas. Las elecciones se perdieron. Punto. Sucede. Nadie se las robó.


Quiero dar aquí espacio otras consideraciones.

Está claro que hay una gran cantidad de americanos insatisfechos, que no se sienten representados ni por los demócratas ni por los republicanos tradicionales y esto debe ser escuchado y corregido. En ese escenario de descontento irrumpió Trump, una figura anti sistema y ellos lo siguieron. Prefirieron no ver el personaje mesiánico y narcisista que los usaba para perpetrarse en el poder. La historia es tan vieja que parecería inútil explicarla.






Trump buscó el enemigo común: los medios, los demócratas, los ecologistas, los negros, los árabes y los inmigrantes. Se burló, los insultó, los satanizó hasta convencer a los insatisfechos que allí estaban los culpables de quitarles el país. “Take America back!”


Mismo discurso de Hitler culpando a los judíos. No falla nunca. En cuanto la masa muerde el anzuelo, le vendes cualquier cosa.






Trump manejó la política como se manejan la industria del entretenimiento y el fascismo. Frases cortas -coherentes o no- efectistas, slogans, suspenso, “buenos y malos”, humillaciones y castigo público a los desleales. Amor y odio. Blanco y negro -bueno más blanco que negro. Vivió mirando la tele y los ratings preocupado no de la verdad sino de la percepción de la verdad; en un reality la percepción manda.






Su gobierno no fue enteramente malo y hay puntos positivos que se podrían rescatar pero la percepción final es tan extraordinariamente catastrófica, que barrió con el legado y mostró al desnudo quién era. Mientras atacaban el Capitolio - y Trump y familia*celebraban- su reality alcanzó el mayor rating de la historia. El mundo entero lo miró anonadado.


Creyéndose omnipotente abandonó la responsabilidad de ser Presidente de los Estados Unidos y Líder del Mundo Libre y su reality terminó estrellado contra la realidad.


*Cabe preguntarse: ¿Dónde estaba Melania?

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