"La Gran Evasion"

Un día a los perros les llegó la pandemia y empezaron a comer a cualquier hora.

Como los gatos.

Sabido es que los perros copian la conducta de los humanos y hablando en cristiano estaban igual de depre que yo.

Durante el día comían cualquier cosa que les dábamos de la mesa mi amable esposo y yo; educación canina al tacho.

El pelo se me siguió cayendo ¡qué digo!puñadosde pelo terminaron en el piso. Empecé a tener miedo a lavarme la cabeza.Vivía sin sostén, casi siempre en pijama en 155 días horneé 30 cakes. Desbarranque total. Una amiga que andaba igual me dijo que soñaba con un día de spa; yo sueño con trabajar en un spa, pero así como estoy no me contrata nadie.

Día 20

Día 150

Vivíamos al fondo de un campo de nieve, pasaban semanas sin ver un alma excepto al guardia haciendo rondas con su pastor alemán: la imagen perfecta del gulag. Perdí motivación y varias neuronas por día. ¿Recuerdan Marzo? Fue hace un siglo. En cinco meses envejecí cinco años y siento que llegamos, fast forward, a 2024. Un día saqué del closet una chompa pre pandemia que olía tan rico, tan a otra vida, tan a otra mujer que no me atreví a ponérmela.

Era hora de irse.

Dejar la Patagonia no es fácil. Argentina está en cuarentena desde el 20 de Marzo, nadie sabe bien por qué. Debe tener algo que ver con Cristina o con la política, que aquí es lo mismo. Salir por tierra a BA es casi imposible; se necesita sacar una autorización para ir a cuidar a un pariente mayor. Mi hermana vive allá pero es menor que yo. Piña.

Y de BA ¿adónde iríamos? Perú está cerrado. Preguntando me enteré que nuestros pasaportes europeos nos permitían “volver a casa (?) Bélgica o Inglaterra”. Bélgica pedía mil cosas complicadas. “Hisopado pero solo 48 horas antes de viajar a Bruselas y solo pueden estar 24 horas en BA en tránsito”. Ok. (Pero ¿si me lo hago y me dan el resultado después que se fue el avión?) Kafka. Inglaterra pedía mucho menos. Solo llenar un formulario de “Localización del pasajero” y cero hisopado -los anglos siempre más prácticos. Había que buscar donde hacer cuarentena en Londres.

Una amiga me ofreció su pequeño flat “te advierto que es muy chiquito”. (¿Estás loca? Yo soy como una refugiada siria, ¡me das un colchón debajo de la escalera y yo feliz!”) Al final de chiripa conseguimos un avión que nos sacó de San Martín. Despegó bajo la lluvia. Cuando vi el cielo azul arriba me dije: YESSSS!

Cinco días donde mi hermana fue como un spa. Comiendo comida rica que no cociné yo, durmiendo en camas que no tendí, pero sobre todo escuchando voces de otros en la cocina que amanecía limpia como por arte de magia.

De allí con mascarilla, visera y guantes llegamos a un Ezeiza completamente vacío y subimos al KLM donde fue me imposible dormir. Demasiada adrenalina.

El océano inmenso re encontrado, la luna roja al horizonte, todas cosas que no pensé volver a ver pronto

La comida decente. Traté de hacer champagne mezclando vino blanco con agua mineral pero resultó asqueroso. Una tripulación conformada por nannies cuidando que todos nos portemos bien. Me lavé las manos sucuchucientas veces

Pasé gel por todos lados y eso que los holandeses son re limpios-en Holanda hay concursos para ver quién tiene los vidrios mejor lavados

Escala en Amsterdam donde los pasajeros asiáticos deambulan vestidos con mamelucos de protección biológica. Y, sí seguro que saben más que uno.

La llegada a Heathdrow perfectamente normal.

12 horas después estábamos sentados en Londres* frente a un jardín inglés perfectamente verde tomando Prosecco, comiendo mozzarella di bufala con tomates cherry italianos, ensalada de Romaine y radicchio, y yougurt griego de coco con frambuesas de estación, mientras escuchaba el maravilloso ruido olvidado de aviones sobrevolando.

Hoy mi amiga me mandó una masajista. Sacarme de aquí va a ser un problema. Pero bueno, una cosa a la vez.

“Cuando un hombre está cansado de Londres, está cansado de vivir”* (Samuel Jackson)