Millonarias
- Maki
- 27 sept 2020
- 3 Min. de lectura

“¿Quién fue la primera millonaria?” Las nietas inglesas de mi marido -metro 73 y metro 80 respectivamente de inteligencia, fashion y belleza- se sorprenden con la pregunta. “¡Cleopatra!” lanza la traviesa (Exeter, Clase de ´23) seguramente impresionada por la hechicera egipcia, sus joyas y su ancianidad.
La mayor y más reflexiva (Cambridge, Clase ’22) avanza tentativamente, “¿Chanel?”.
Yo hubiera dicho lo mismo y estaría igual de equivocada.

La primera mujer que hizo sola su millón fue una americana conocida por sus iniciales y el apellido de su marido, precedidos de un apelativo formal: Madam C.J.Walker*.
Nació Sarah Breedlove en siglo XIX, 20 años antes que Gabrielle Chanel quién luego se convertiría en Coco, y los orígenes de ambas tienen mucho en común. Chanel nació en un hospicio y se crió en un orfelinato; C.J. fue la primera de su familia en nacer libre dos años después de abolida la esclavitud; negra y viviendo en el Sur americano estaba destinada a llevar una vida dura y de privaciones. En vez de eso fundó un imperio. Cuando murió vivía en un palacete al borde del rio Hudson y Rockefeller era su vecino.
Ambas mujeres tomaron caminos parecidos en su ascensión meteórica pero escogieron vivir el éxito y la fortuna de manera muy diferente

Chanel alcanzó la fama utilizando sus conexiones con el gran mundo y la alta costura; C.J. lo hizo comercializando un producto especial para tratar el pelo de mujeres negras utilizando su red de clientas como vendedoras puerta a puerta, una modalidad que Avon había lanzado unos años antes.
El mundo de los negocios entonces estaba dominado íntegramente por hombres -cien años después el mundo cuenta con 100 mujeres multimillonarias- y sin capital propio ambas necesitaban ayuda para empezar. C.J. utilizó la experiencia de su marido en el campo de la publicidad y apenas éste quiso asumir el mando de la compañía le recordó quién era la dueña, lo echó y se quedó con el control. Que Walker la engañara –cosa que hacía y mucho- seguro la ayudó a dar al paso.
Chanel estaba locamente enamorada de Arthur “Boy” Capel un inglés con gran fortuna quién la tenía de amante y le puso su primera tienda de ropa. Al poco tiempo Chanel le devolvió el dinero porque, “No quiero tener socios. Quiero ser la única dueña”. Capel se mató en un accidente y Chanel, el corazón roto, se volcó enteramente en su trabajo lo cual quizá son fue una mala cosa. De arranque era mucho más creativa que C.J. –quién años más tarde admitió haber robado la fórmula de su producto de una competidora- pero ambas eran ferozmente independientes y tenían claro que querían el control solo para ellas.

Cuando llegó el éxito y empezó a entrar la plata escogieron caminos muy distintos. Coco estaba fascinada con los aristócratas, los artistas y los americanos ricos, lo que entonces se conocía como “le beau monde”. C.J. abrazó la causa de las mujeres negras y se convirtió en una importante contribuyente y abanderada de marchas y reclamos sociales, alcanzando una enorme relevancia en la comunidad; mientras su nombre se hacía conocido en los círculos políticos de los EE UU el nombre de Coco recorría la Costa Azul.
Una activista y la otra hedonista, ambas influencers de su tiempo.

En 1971 muere Chanel pero al contrario de lo supuesto la marca no solo no desaparece sino crece exponencialmente gracias a una jugarreta del destino.
Necesitada de capital fresco en 1924 Coco cede los derechos “Chanel No. 5” su producto más exitoso y el perfume más vendido del mundo a los hermanos Wertheimer.
Luego se pasará años enjuiciándolos para recuperarlo. No podrá y al final llegarán a un acuerdo. Chanel muere sin herederos, debido a esto, y luego de su muerte, los hermanos propietarios explotan la marca sagazmente y lo llevan a los niveles estratosféricos que hacen hoy de Chanel el nombre más conocido del mundo del lujo.
Los productos de C.J. Walker todavía circulan, de manera mucho más modesta, su legado en cambio sigue siendo muy relevante y un ícono para la comunidad negra.

Coco tuvo un largo affaire con Hugo, duque de Westminster, entonces el hombre más rico de Inglaterra. Su madre le rogó, “Darling, cásate con Benny”, como le decían al duque. Chanel famosamente le respondió, “No gracias. Puede haber muchas duquesas de Westminster pero solo una Coco Chanel”.
(Anota, Meghan)
CC y C.J. nunca se encontraron. Pienso que sus caminos pudieron cruzarse. Posiblemente ignorantes de lo que las unía hubieran seguido su ruta sin intercambiar una sola mirada. Dos buques que se cruzan en la noche.

*”Una mujer hecha a sí misma” inspirada de la vida de C.J. Walker con Octavia Spencer (Netflix 2020)
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