“Mucho ruido y pocas nueces”*
- Maki

- 27 may 2020
- 2 Min. de lectura

Como tantas otras cosas que empezaron con un buen propósito - en este caso ayudar a David contra Goliat- el ataque en redes, anónimo o no, rápidamente se ha convertido en un sitio feo y el refugio preferido de los cobardes y de los haters. Hace días me enteré que se había organizado un chongo mayúsculo en Lima, o en todo el Perú no sé, contra Chichi Valenzuela por una portado en Perú21. La busqué y vi que se trataba de la foto de un bus que supuestamente era del Metropolitano de Lima pero que en realidad correspondía a la de un ómnibus en Bogotá.
¿Duh? O como dicen en Francia, ¿WTF?
¿De eso se trataba el tema? Wow. ¿Me pregunto qué habría que decir/hacer si por ejemplo un periodista acusa con maldad o sin ella a un inocente por un crimen que no cometió? Mutatis mutando pienso que por lo menos ameritaría una lapidación, ahora que se puede salir, en alguna plaza pública con niños, viejos, enamorados y heladeros de D’Onofrio todos observando el distanciamiento social menos claro los que tiran las piedras. Esos pueden ponerse más cerca para estar seguro de dar en el blanco. (Los chicos y chicas locales no son talibanes y por allí les falla la puntería por falta de práctica). O sea, para que entienda el lector extranjero: aquí intentaron lapidar virtualmente a una periodista porque en el diario que dirige se equivocaron de foto. En cualquier parte del mundo que nos sirve de ejemplo de buen periodismo, me refiero a Europa Occidental y Norteamérica, un tema así merece que al día siguiente se publique una nota que dice: “En la primera plana de ayer, apareció una foto que no correspondía a la leyenda. Aquí publicamos la foto correcta”.
Punto y a otra cosa. Hoy hay temas realmente peludos para andarse con huevadas como dirían los chilenos o boludeces como se dice en la Argentina o cojudeces en el Perú. Hay dos cosas que sí son serias y muchísimo más grave porque nos dicen cuan enferma está la sociedad. Una es que los ataques en redes sirven para ajustar cuentas y no son espontáneos. Por lo general los agarra un grupito enano de personas, “El Club de los Feos” por ejemplo, y les mete tráfico y tracción hasta convertirlos en trending topic. Allí los chapa cualquier programa de televisión de cuarta plagado de ordinarieces y lo saca en su emisión para, ¿hacer justicia? Nah, que va. Para aumentar el rating. Y todo esto se logra repartiendo plata a redes, medios y televisión.
Lo otro es que un diario no es un confesionario, ni un lugar de penitencia. La gente puede opinar distinto o colocar un texto que no corresponde, por error. Entonces cabe rectificar y ya. De nada sirve pedir perdón por “errores garrafales”. No guarda proporción alguna con la falta, da un poco de vergüenza ajena e igual nadie te perdona porque ese nunca fue el tema.
*Cortesía del Bardo de Avon




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