Viviendo bajo la ocupacion
- Maki

- 15 may 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 20 may 2020
Hace muchos años alguien mayor, que había vivido la guerra, contaba que “la época más feliz de mi vida fue durante la Ocupación alemana en París”. ¿Qué? ¿Esa época de terror, toque de queda, enemigos por todos lados? “Claro. Tenía 20 años y estaba enamorado. La chica vivía en otro barrio. Yo sacaba mi bicicleta todas las noches, burlaba los controles alemanes y me iba a pasar una hora deliciosa con ella”. Tenía razón. Allí donde nos agarra esa edad, 20 años, pase lo que pase en el mundo uno está viviendo el descubrimiento y esa es la mejor época de la vida. Llevamos un mes y medio viviendo bajo la ocupación. Hay relatos desgarradores y otros para morirse de risa. Según el país –España- cunde el terror o se la toman con calma –Inglaterra, donde no saben si quedarse en casa o no, y el distanciamiento no es un problema, porque siempre fue así. En Lima el delivery se convirtió en una actividad de primera necesidad. Hay barrios donde todo llega a casa, incluyendo verdura y fruta, en canastas armadas por caseros. Ingenio criollo imbatible. El reverso viene por otro barrio donde un padre contagiado, que hace un mes no gana un sol y a quién nadie le fía ya, teme por la vida de sus cuatro hijas. Mimsa no lo atiende y ayer salió a la calle “a buscar un plato de comida”. Como él hay miles, errando. El horror al desnudo.
¿Estamos seguros que el mundo que viene será mejor? No sé. O quizás, terrible sospecha, todavía no hemos avistado el fondo del pozo.
La cuarentena nos ocupó. Me acuesto a las 8 y cuando me levanto siento que dormí 15 minutos. Es domingo y hay que cambiar las sábanas (toca) o lavarse el pelo (toca también). “Señora, Ud. está comprando el Rolls Royce de los colchones”, decía el vendedor meloso. Ahora la frikin cama de lujo me mira desafiante: “¡Atrévete a levantarme!” mientras mi espalda cruje y grita: “¡La cama no, la cama no! ¡El pelo, porfa! Hablando de pelo (esta parte se la pueden saltar los hombres que no se tiñen) mi amiga C. me hizo un tutorial. Mezcle dos colores y embarré todo: cara, tocador, brazos. Algo quedó en la cabeza. No durará mucho pero le perdí el miedo. Y hablando de miedo durante 14 años viví en esta casa ocupada por la re encarnación de Mrs Danvers la terrorífica ama de llaves de “Rebeca”. Temperamental y violenta, agresiva y habilísima. Llegó y tomó posesión. Yo decía mitad en broma que ella era la dueña, “yo solo vivo aquí porque me deja”. De su humor dependía mi día. Le tenía más miedo que a la Banda de los Feos. “La heladera se jodió, señora”. “¿Querrá decir se malogró?” “No, señora: se jodió”. Hasta que en plena cuarentena se largó y descubrí que como no tengo 20 años, para mí no hay Ocupación buena.




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