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Inventando.

Un espacio para contar historias

El Contrato Social

  • Foto del escritor: Maki
    Maki
  • 19 mar 2022
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 21 mar 2022


Ya no queda sitio sino para la queja. Queja de lo mal que estamos, de lo pésimo que son los gobernantes -cuando no son también corruptos, ineptos, ignorantes, ladrones, o todo lo anterior. ¡Dios! ¡Que hemos hecho para merecer esto! Mi lectura de lo que pasa, o mejor dicho no pasa actualmente en el Perú, no por ser primaria deja de tener validez.


El chato que habita debajo del sombrero está tranquilo y el país retomó su ritmo usual: funcionar como puede, de espaldas a y a pesar de, como lo viene haciendo hace tiempo. Le retórica incendiaria de la campaña y los primeros tiempos quedó allí nomás. Primero no había ninguna convicción ideológica de esas que nacen de las barricadas y segundo porque al sombrero, quizás el hombre más gris y chato (sin ironías) que llegó a la presidencia no lo sigue ni el más resentido. Pero ser gris y chato no quiere decir ser bobo y a los 6 meses de asumir el sombrero entendió que en vez de pasársela luchando para que no lo boten y peleándose con el Congreso, mejor hacía las paces con todos los que estaban dispuestos, se abocaba a durar los 5 años en el cargo y a hacer aquello que sus predecesores le dejaron como ejemplo.


“No te hagas roches, hermano. Deja que se peleen tus ministros, que igual los cambias cuando quieras, y tú a lo tuyo que es hacer bizness. ¿Cuándo pues en tu vida te soñaste que ibas a salir de la pobreza y del sueldo miserable de profe de primaria en Chota y sentarte a hablar de miles de millones con los grandes de este mundo? Nunca, papá. Esta es tu oportunidad, y dado tu nivel de popularidad difícil será que repitas el plato: o sea ahora es cuando”.

Por eso pues es que hay una tranquilidad relativa en el país, porque todo volvió a su cauce que es bizness as usual. ¿La pregunta es porque estamos condenados a vivir en ese cauce de mierda? ¿Porque nos contentamos con que el gobernante de turno no se meta con lo nuestro y de paso se lleve lo que cree que le corresponde -que ¡ojo! también es nuestro- que es como tener un socio al que siempre hay que darle alguito para que nos deje en paz?


Porque el buen y el mal ejemplo vienen de arriba. En los últimos tiempo y no tan últimos, se han escrito ríos de tinta echándole la culpa al otro. No he leído un solo mea culpa, ninguno que diga a ver: ¿Cómo limpiamos la casa, como salimos del mierdero, que hago yo, no el otro, sino yo, para que esta sociedad mejore?


Una sociedad que no es solidaria, que no encuentra un centro donde todos se unen no puede lograr ninguna victoria moral.


Puede imponer penas, dictar leyes, cárcel, despojar y vengarse, pero nunca será un ejemplo a seguir.






Aquí lejos en la vieja Europa Putin bate sus tambores de guerra y los ciudadanos de a pie en Occidente han respondido ¡presente! (Los políticos, incluyendo al Papa andan con la calculadora en mano haciendo malabares para ver de dónde traen el gas y de qué lado caen).


En Gran Bretaña una pequeña comunidad de 350 personas ha ofrecido alojamiento a 50 familias ucranianas; están listos para recibirlos con los brazos abiertos. Una abuelita que no lograba ingresar a la página web para inscribirse se pasó la noche entera –la página estaba colapsada por la demanda- hasta que logró ofrecer “un dormitorio con baño y kitchenette encima del garaje para una mamá con niños y si tiene perro también” -la oferta al día de ayer sobrepasó las 100 mil viviendas, y la familia real ha ofrecido varias de sus casas. La cadena Aldi de supermercados ha ofrecido miles de empleos a los ucranianos y se prevé una oferta que sobrepase la demande por lo menos la inicial. La campaña del Daily Mail para levantar fondos para ayudar a los refugiados a transitar por Polonia reunió más de 8 millones de libras en los primeros 6 días, casi todo en billetes de 20 en 20.

Y nosotros que el Perú ¿Qué hicimos cuando la diáspora venezolana? ¿Cuántas casas abrieron sus puertas? ¿Cuántos peruanos abrieron sus brazos? ¿Cuánto dinero se levantó? Los políticos de la región, Perú incluido, se llenan la boca hablando de los países hermanos, países bolivarianos, pero a la hora que las papas queman no se les escucha.

Hace 3 años camino a Mala a la altura de San Bartolo vi una columna de gente, niños, mayores, jóvenes empujando carritos de supermercados con sus pertenencias, caminando en el polvo. Iban rumbo a Chile. ¡Chile! 1,200 kilometres solo hasta la frontera, crj! Nadie paraba a recogerlos, nadie.

Vergüenza.


El ex Primer Ministro inglés David Cameron partió ayer a Polonia acompañado de dos amigos manejando un camión contenedor con ayuda para los ucranianos. Un taxista de Surrey en Inglaterra hizo el trayecto desde su pueblo hasta la frontera polaca para trasladar gratis a los refugiados ucranianos que huyen despavoridos de las bombas. Un chofer y un Primer Ministro están en los extremos opuestos de la escala socio-económica pero su reacción es la misma porque reconocen el contrato social que los une.


Perú no tiene contrato social. No tiene conciencia del otro ni noción de la solidaridad a la que nos debemos todos los seres humanos. Por eso perdemos batalla moral tras batalla moral y por eso Inglaterra nunca ha sido invadida; no son mejores que nosotros pero tienen una aspiración moral mayor y un contrato social que respetan y por el cual están dispuestos a sacrificarse.

 
 
 

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