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Inventando.

Un espacio para contar historias

El tren de sierra, la burbuja y la canción

  • Foto del escritor: Maki
    Maki
  • 9 abr 2022
  • 4 Min. de lectura

Antes para ir de Cuzco a Macchu Picchu había un solo tren, un tren de sierra, de esos que paran cuando hay gente esperando en la vía, paran a recoger a cualquiera y por cualquier cosa. En el tren de sierra viajábamos todos. Los indios, los blancos, los turistas, los cholos, etc. igual de cómodos, o de incómodos, según. La gente a bordo sabía que no todos teníamos la misma condición económica ni social pero todos compartíamos el tren sin problemas; en las paradas bajábamos a comprar papas y choclos sancochados que comíamos al costado de los rieles.

Llegó el siglo XXI y la economía de mercado agarró tracción. Se estrenaron trenes más rápidos que paraban solo en pueblos grandes. La gente se subía rápido al vagón de miedo de perder el tren. Pasaron unos años más y ya los trenes solo iban de punto a punto, y no se detenían a recoger a nadie: al que se quedó en el andén se le fue el tren.

Un poco lo que pasó con la economía de mercado. Los que pudieron subirse al tren cuando recién aceleraba se fueron en coche, y es así como el Perú sacó a 30% de la pobreza. Los que no se subieron perdieron la oportunidad y hoy no solo los trenes ya no paran para nadie sino que hay varios tipos de trenes de gran lujo y de confort intermedio.


Siempre estará el tren de sierra que quedó para los que no pueden pagarse los otros y solo pueden mirarlos pasar desde lejos. Y es así como cambiamos de ir todos en un mismo vagón, contentos de vivir la misma experiencia, a viajar en trenes separados.

Esta metáfora no solo sirve para el Perú y es casi universal, salvo en algunos países de Europa, a los demás les fue igual.

En los 70’s el hombre más rico del mundo era Daniel K. Ludwig. Tenía 2 mil millones de dólares –y se propuso traer una planta de papel por mar desde Japón a Brasil y quemar un buen pedazo de la Amazonía para plantar árboles y sacar pulpa; pero esa es otra historia para otro día- lo que traducido a hoy da 8 mil millones, millones más, millones menos. Hoy el hombre más rico del mundo es Elon Musk y tiene 219 mil millones de dólares; allí ya no hablamos de diferencias entre tren bala y tren de sierra sino que directamente hablamos de irse en cohete al espacio. Literalmente. Y con todo y eso EEUU tiene 40 millones de personas sin seguro médico, o sea que el modelo tiene una falla grande en algún sitio.


La plata no es el problema, es la distinta velocidad entre trenes y la indiferencia de los que van en tren bala y viven tranquilos en su burbuja, con los que siguen viajando en el tren de sierra. Esa burbuja que en el Perú se sitúa entre Asia y el Lima Golf y permite flotar por encima de la miseria de los que no tienen agua, no tienen techo, ni educación y hoy ya no tienen ni que comer. Por supuesto que esto es el rol del Estado pero somos nosotros los que elegimos al Estado y tenemos que estar conscientes que esa falta de empatía se paga.


En estos días turbulentos oigo quejas y quejas y todos señalan con el dedo a alguien, Castillo primero. Pero nadie hace un mea culpa. Nadie. Aquí ¡ojo! no hemos llegado por casualidad, esto no es un karma ni un embrujo. Esto no es solo el Foro de Sao Paulo, porque si el Foro trata de hacer lo mismo en el Reino Unido la gente les dice “WTF?” y sigue su camino. El Foro va allí donde detecta que unos van en tren bala y otros en tren de sierra y que hay poca voluntad de cambio.


Los días violentos de la semana pasada recuerdan el cimbronazo que desató el alza de la gasolina en Venezuela y terminó con el “Caracazo” de 1989. El pleno disturbio a los Cisneros no se les ocurrió nada mejor que casar a la hija en la catedral con tiara de princesa y vestido de raso duquesa donde la novia sudaba a la gota gorda bajo el sol tropical; fue la gota que rebalsó el vaso y logró dos cosas: mostró que la clase dirigente no tenía ni idea en qué país vivía y los convenció que a partir de allí las bodas de lujo mejor de las llevaban a Miami.

Escucho “Yo no soy diferente” la canción de Gian Marco que se ha vuelto viral y que CÑN ha puesto como música de fondo y comprendo por qué. Ese es el foco, por allí va la cosa. Si no arreglamos el tema de la integración toda la economía de mercado no nos sacará del atraso, seremos siempre Tercer Mundo.

Pienso cuan pasado de moda está el Himno Nacional. Quedó atrás con sus cadenas, su ruido de sables, su marcha militar y su “juramento al Dios de Jacob” tan siglo XIX que a los niños y jóvenes de hoy no les dice nada. Eso de ser libres es muy bonito pero hoy no es el asunto. Nadie amenaza nuestras fronteras y ningún poder colonial viene a invadirnos.

Mucho mejor sería la tener de himno a la canción de Gian Marco que habla de quienes somos y que queremos, o mejor dicho a que aspiramos si queremos salir del círculo vicioso de malos gobiernos y sociedad dividida.


Yo no soy diferente,

No me mires así porque somos todos la misma gente”,


La cuestión es: ¿En verdad queremos ser todos “la misma gente”? ¿O mejor nos quedamos como estamos?





 
 
 

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