Conteo Final
- Maki
- 9 abr 2021
- 3 Min. de lectura

Ya no se puede escribir nada de política en ningún medio público sobre lo que pasará, o no, el domingo de elecciones. Como este es un blog privado una de las ventajas es que puedo escribir lo que quiero y cuando quiero. Si alguien me lee ya esas son otras quinientas. Faltando 48 horas quiero hablar menos sobre las posturas políticas de los candidatos sino como llegamos hasta aquí a vivir de vuelta en vilo, a un paso de lo que vemos como un precipicio.
El replay de cada 5 años.
Vengo observando la política desde muy chica- deformación familiar- y viajar y vivir en muchos países me da una perspectiva quizás algo diferente.
Por ejemplo Charles de Gaulle. Era percibido como soberbio, arrogante y sobrado -Churchill no lo soportaba- se sentía por encima de los meros mortales y casi siempre hablaba en la tercera persona; hoy esta actitud le valdría ríos de ataques despiadados en las redes. Pero.
Pero, salvó y reconstruyó Francia. No solo la salvó sino que attenti: le hizo creer a un país derrotado, invadido y casi sin ejército ¡que había ganado la guerra! Flor de político.

O sea para ponernos de acuerdo, las elecciones no son un concurso de Miss Simpatía, porque él o la más simpática, no es necesariamente el/la mejor para el cargo.
Tenemos entre los cuatro finalistas en lo alto del podio –difíciles de nombrar aquí porque el podio se mueve más que cuy en tómbola y según lo que leas uno baja y otro sube y así- a una cuota muy importante de representantes del socialismo y no precisamente el socialismo de Angela Merkel -¡bueno fuera!- sino el socialismo de Chavez que es un desastre de proporciones planetarias.
Yo vivo en Argenzuela un país maravilloso, manejado por gente totalmente corrupta que mantiene a los pobres en sus villas miseria dándoles planes de ayuda en vez de trabajo a cambio de sus votos. En 1974 Argentina tenía 4,5% de pobres; hoy tiene 47% y subiendo.
Guerra avisada.

O sea en el podio movedizo hay por lo menos dos fuertes candidatos del chavismo (a veces hay tres) y dos de la derecha (a veces solo uno), según. Lectores me comentan nostálgicos: “que pena que la final no sea entre Keiko y de Soto, o de Soto y RLA o Keiko y Rafael”. ¿What? ¿Que la derecha peruana tenga dos tercios del país, y la izquierda no tenga casi representación? No, pues, así no es la cosa. La izquierda va a estar en el podio final y la pregunta es, la única pregunta que vale es: quien la puede derrotar. Punto. No quién es el más bacán, ni el más ágil, ni el más guapo -porque guapas no hay: la única guapa está en la vereda del frente.
No puede ser quien saca más roncha por su historia ni carga más piedras en su mochila porque eso la hace un blanco fácil.
No puede ser quién –solo Dios sabe por qué-decidió pelearse con todos los que se le pusieron al frente y otros que ni estaban por allí olvidando, quizás por ser novato, “que en política lo importante no es tener amigos, basta con no tener enemigos”.
Debe ser el que tenga una línea más en sintonía con la actualidad de un país fracturado, del estado fallido, de una población de nuevo sumida en la pobreza y que tenga un plan y la experiencia para sacarnos adelante. Uno que esté no a la derecha sino en el centro estirando el brazo para acercar a la izquierda que sí tiene su voz y sus reivindicaciones muy válidas por cierto, y quiera tender un puente. El que practique una economía social de mercado –porque la mera economía de mercado ya no da- y pueda unir al país.

Aquí hemos llegado no solo porque Chavez esté financiando a la revolución, o a los caviares. Hemos llegado porque durante los 10 años de crecimiento a tasas chinas, el Estado fallido y la sociedad fracturada no continuaron, no exigieron la obra que había que hacer, la que todo peruano sabe de paporreta: agua, carreteras, conectividad digital, vivienda digna, educación y salud para todos.
Todo el siglo XXI gobernó la derecha -nunca tuvimos un presidente de izquierda- practicando la economía de mercado: por eso la macro está bastante mejor de lo previsto.
Pero la derecha se olvidó, o peor no le importó, la parte social de la economía. Por eso es que la micro está hasta el cien.
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