El día después
- Maki
- 25 jul 2021
- 3 Min. de lectura

Junio/Julio fue el mes más largo, la de nunca acabar.
Pasamos del asombro, al miedo, a la rabia, a la desconfianza, a la duda, a la pelea y algunos, muchos si se tiene en cuenta la mitad de la población del Perú, de la sorpresa a la alegría. Nunca estuvimos tan divididos.
Si pretendemos medianamente hacer avanzar el país y vivir con un modicum de tranquilidad tenemos que entendernos. A la fuerza, a cocachos, tapándonos la nariz habrá que encontrar algún terreno en común. Un buen sitio para empezar es allí donde hay más gente que menos.
La mayoría de la gente no quiere vivir en un país comunista pero la mayoría entiende que las reformas no se pueden patear más para adelante, son ahora. La mayoría no quiere que se altere el orden constitucional y democrático, pero tiene que saber que o eso o son más impuestos, o sea ajustarse el cinturón. Allí aún no se sabe si hay mayoría; hay que trabajar ese aspecto porque para hacer tortilla hay que romper huevos y duele.
La mayoría sabe o siente que en estas elecciones hubo trampa, gato encerrado. La mayoría de las denuncias no se pudieron probar por las razones que fuera pero mayormente porque las instituciones y las autoridades que venimos eligiendo son un desastre.
La cosa no viene de ahora, ni sucedió de un día para otro, tenemos años llevando al poder a gente sin otro mérito que su precio en la etiqueta.
El Perú tiene record en Covid y record en corrupción. ¿Vamos a seguir así, o vamos a hacer algo empezando por un sano mea culpa? Por el lado de la derecha fue una estupidez raramente vista llevar 5 candidatos con el mismo programa, o sea ¿Qué pensaron? ¿Cuántos más somos, mejor?





La candidata perdedora se portó como una niña malcriada en las elecciones anteriores y le hizo la vida a cuadritos al viejo presidente hasta aventarlo por el despeñadero sin pensar en que las consecuencias nos llevarían a una seguidilla de opciones desastrosas. Hizo eso, en vez de contribuir a un gobierno adulto de consensos y voluntades para poder seguir reformando y creciendo. ¿Y ahora, qué? A llorar al rio nomás.
Karma is a bitch.

Los que añoran la época de oro y mano dura de su “api” se olvidan como terminó. En gran confusión y papelón.
Por primera vez la corrupción se instaló institucionalmente de la mano de su siniestro alter ego, y al final acabó con huida vergonzosa y renuncia por fax.
Karma is a real bitch.
¿Y qué decir de la izquierda? Nadie sabe quién es quién. Quién gobernará ni como lo hará.
Será el benévolo Profesor con escasa preparación y menos idea que hacer salvo “vamos a terminar con la corrupción y el pueblo va a gobernar”, lo cual no quiere decir nada o puede decir todo. Según. Ya se sabe que el pueblo es un ente gaseoso que lo único que puede hacer es seguir a alguien; si hay suerte sigue a un visionario y si no hay suerte a un líder mesiánico que ¡ojo! puede ser Trump o Kim que lo único que quieren es afianzar su culto a la personalidad.

¿O será Cerrón, su oscurísimo alter ego marxista-leninista-estalinista-senderista, el hosco genio de Aladino que mejor sería que se quede embotellado dentro de su lámpara?
Si es Castillo la pregunta no es que hará, sino más bien que puede hacer. Quiere cambiar todo pero no tiene Partido, no tiene Congreso, no tiene al Poder Judicial ni a las FF AA. O sea puede hacer poco a menos que opte por el dialogo democrático o vaya por la vía del enfrentamiento civil con lo cual destruye al país, le quedan 4 gatos amigos en la comunidad internacional y ninguno de ellos gente con la que uno quiere ser visto en público.
El discurso del 28 dará, espero, alguna luz, el nombramiento del gabinete ayudará también. Como dicen los franceses, “allí sabremos con que salsa nos van a comer”.
El día después, o sea ahora, es siempre un momento delicado. Recuerdo un político que ganó la elección y me contó que al día siguiente despertó, se acordó, se tapó con la almohada y dijo, “Ay, caray ganamos. ¿Y ahora, que hacemos?”
Cualquier hombre sincero se hace la misma pregunta.
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