top of page

Inventando.

Un espacio para contar historias

Según el cristal con que se mire

  • Foto del escritor: Maki
    Maki
  • 10 jun 2020
  • 2 Min. de lectura

El tema de hoy en EE UU es el racismo. Desplazó al Coronavirus. Aparte del evidente conflicto explosivo blanco/negro existen racismos de todo tipo, que responden a distintas pulsiones, todas tratando de mantener la ilusión que alguien es superior a otro.


Recuerdo una antigua anécdota que una vez contó Mario Vargas Llosa. Recién llegado a Inglaterra el entonces joven, pobre y desconocido futuro Nobel se aloja en una casa en lo que supongo es un modesto barrio de Londres. La ventana de su cuarto se rompe. La dueña de casa llama un carpintero. Aparece un escocés grande y pelirrojo para repararla. Entonces entre “tea break” y “tea break” el novelista y el carpintero traban un tentativo diálogo; el novelista para practicar su inglés y el carpintero intrigado porque nunca ha visto un peruano. Pasados unos días el carpintero agarra confianza y le pregunta, “Dígame una cosa. ¿Cómo se siente vivir en un país en donde todos son blancos? ¿No está incómodo?” (Estamos en la Inglaterra de los 60). Vargas Llosa contaba que se quedó de una pieza pero comprendió que para un escocés un peruano siempre es una persona de color.


Años más tarde yo debía viajar a Japón. Estaba en Nueva York y el agente de viajes me informó que yo no necesitaba visa. Tengo un pasaporte británico cortesía del gobierno de su Graciosa Majestad. Desconfiada llamé al consulado. Me preguntaron si yo había nacido británica o si me volví británica. Contesté: “Lo segundo”. “¿Dónde nació?” “Perú”. “Tiene que venir al Consulado”. Como me gustan las cosas claras insistí, “¿Pero los peruanos con pasaporte británico necesitamos visa o no?” “Tiene que venir al Consulado”. Fui. Saqué mi ticket. Llegué a la ventanilla. Entregué mi pasaporte. El funcionario nipón le echó una cortísima mirada al pasaporte y otra a mí. Me lo devolvió y me dijo “You don’t need a visa”.* Para un japonés no todos los peruanos somos del mismo color.


Mi hermana vive en Buenos Aires hace más de 30 años y no ha perdido su acento panameño. Siempre ha tenido perros.Antes de la pandemia paseaba su perrita poodle todos los días.Una mañana se topa en el parque con otro perruno paseando un mastín gigantesco.Le pide educadamente (mi hermana no conoce otros modales que los excelentes) que por favor le ponga la correa al perro que está mirando a la poodle con ganas de comérsela o como mínimo montarla.El dueño del mastín le dice que no. Mi hermana, siempre muy educada, le señala la ordenanza que obliga a llevar los perros con correa.El atorrante monta en cólera y le espeta: “¡Volvéte a tu país, negra de m….da


ree

Mirando a mi hermana es complicado comprender como llegó a esa conclusión. Hasta que entendí que no es un tema de color.



Ella podría haber nacido en Laponia rodeada de renos pero como tiene acento caribeño la verá eternamente inferior.


Uno es siempre el negro de alguien.

 
 
 

Comentarios


Volver

Vovler arriba

bottom of page